La catedral de Turing by George Dyson

La catedral de Turing by George Dyson

autor:George Dyson [Dyson, George]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2012-01-01T05:00:00+00:00


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Los demonios de Ulam

El factor 4 es un regalo de Dios (o del bando contrario).

JOHN VON NEUMANN

a EDWARD TELLER, 1946

«Una vez en mi vida tuve un sueño matemático que resultó ser correcto —recordaba Stanislaw Ulam, nacido en 1909 en Lvov, Polonia, entonces parte del Imperio austrohúngaro—. Yo tenía veinte años. Pensé: “¡Dios mío!, esto es maravilloso, no tendré que trabajar, todo me vendrá en sueños”. Pero nunca volvió a ocurrir.»[1]

Joseph Ulam, el padre de Stanislaw, era un rico abogado judío que sirvió como oficial en el ejército austríaco durante la Primera Guerra Mundial. Su madre, Anna Auerbach, era la hija de un industrial que comerciaba con acero. Stan se sintió atraído por las matemáticas ya desde pequeño. «Cuando tenía cuatro años —escribió—, recuerdo que estaba dando saltos sobre una alfombra oriental mientras observaba sus intrincados dibujos. Recuerdo la altísima figura de mi padre de pie a mi lado, y pude ver que reía. Pensé: “Se ríe porque cree que soy infantil, pero yo sé que estos dibujos son curiosos”.» A los diez años, Ulam firmaba así sus cuadernos escolares: «Stan Ulam, astrónomo, físico y matemático». Recordaba que «un tío mío me regaló un pequeño telescopio para mi cumpleaños cuando tenía once o doce años».[2] En 1927 terminó la secundaria, y en 1933 se graduó en el Instituto Politécnico de Lvov con un máster y un doctorado en matemáticas.

Entre la primera y la segunda guerras mundiales, Lvov disfrutó de un interludio similar al de Budapest. «En Lvov —contó Francoise Ulam, que nació en París en 1918 y llegó a Estados Unidos como estudiante de intercambio en agosto de 1938—, los miembros de la sociedad matemática polaca habían estado realizando la mayor parte de su trabajo en cafés a todas horas del día o de la noche… Los Álamos, de una manera un tanto sui generis, le proporcionaba, ya que no la cultura del Viejo Mundo eslavo de su juventud, al menos su propio y pausado ritmo.»[3]

Ulam produjo su mejor trabajo sin que pareciera que estuviera trabajando. «Era auténticamente singular en muchos aspectos —dijo Bruno Augenstein, un analista de RAND y artífice del programa estadounidense de misiles termonucleares cuyo camino se cruzó periódicamente con el de Ulam durante los años de la guerra fría—. Era a la vez una de las personas más inteligentes que he conocido nunca y una de las más perezosas; una combinación interesante.» Francoise Ulam discrepaba: «Con su aristocrática despreocupación, daba la apariencia de ser perezoso, pero en realidad se esforzaba mentalmente, todo el tiempo». En cierta ocasión oyeron a Claire Ulam, que en 1953 tenía nueve años, diciéndole a una amiga: «¡Lo único que hace mi padre es pensar, pensar y pensar!».[4]

«Era un inconformista, un hombre muy complicado, un polaco y, sobre todo, un modelo de contrastes y contradicciones —explicó Francoise—. Vivía principalmente en los límites de su mente.» También era gregario: «Muchos de los que en el laboratorio nos relacionábamos con él sabíamos cuánto le disgustaba estar solo, cómo nos llamaba a horas intempestivas para que



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